Ver
Muy de mañana, recostada en la misma banca del parque, tomaba aliento para continuar con el ejercicio. Como si acabara de brotar del vacío, empecé a observar un árbol frente a mis ojos, enmarcado por un absoluto cielo azul. Fue ¡increíble! Un pino algo encorvado, perfectamente asimétrico, con ramas de un verde profundo y llenas de vida, parecía contarme todo lo que me había visto sin que yo lo viera. ¿Cuántas veces se habrán desvanecido frente a mis ojos, esos anhelados milagros que murieron sin poder llamar mi atención?