Grazzia

Entibiaré con mis versos  tus rincones más fríos, me hundiré en tu intimidad,  despertaré tu Fenix dormida.  Me verás y eso basta,  no pido más.

Palabras, el lenguaje de lo desconocido: c oraje, alegría, tristeza, temor, placer o tal vez dolor. ¿Cesarán algún día?  Tomo mi lápiz o mi ordenador, comienza una nueva aventura. Viajo por un mundo sin muros, sin fronteras, me enfrento a grandes abismos, aún a mi propios prejuicios.  La libertad se ha hecho palabra y el universo inspiración. ¡Qué delicia escribir!

Mi mente pare incontables reflejos que fluyen cual ríos en el mundo de los espejos. Veo con asombro, cuando veo, mi sonrisa en el rostro del anciano y en los ojos del  niño ya viejo. Veo con desprecio, cuando me asusto, al miedo  carcomer nuestros huesos, la mendicidad, la enfermedad y el juicio.  Veo sin mirar el mañana que no quiero y lo hago realidad, porque los temores pueden ser más fuertes que los sueños. Constructor del arquitecto que vive en mí anclado a la alucinación de la impotencia. Veo mi mundo nacer y morir,  ciego a su luz  castrar su  conciencia, atado a dioses falsos, evadiendo su propia tarea. 

Tigre, tigre, que te enciendes en luz por los bosques de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo pudo idear tu terrible simetría? ¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos? ¿Con qué alas osó elevarse? ¿Qué mano osó tomar ese fuego? ¿Y qué hombro, y qué arte pudo tejer la nervadura de tu corazón? Y al comenzar los latidos de tu corazón, ¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies? ¿Qué martillo? ¿Qué cadena? ¿En qué horno se templó tu cerebro? ¿En qué yunque? ¿Qué tremendas garras osaron sus mortales terrores dominar? Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas y bañaron los cielos con sus lágrimas ¿sonrió al ver su obra? ¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo? Tigre, tigre, que te enciendes en luz, por los bosques de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo osó idear tu terrible simetría? William Blake.

Mi dulce alborada, susurraba, mientras desnudaba mi corazón y vestía con su luz mi alma. Me ofrendó su amor con la sencillez de quien no posee nada. Su nombre fue mi plegaria. Lo amé  como al amanecer después de una noche muy larga. Lo amé  como la tristeza a la sonrisa cuando ya no hay esperanza. Lo amé y sus deseos fueron mis noches y sus noches mis madrugadas.

Tu existencia es necesaria, es importante. Eres luz en la distante costa que guía al náufrago navegante. Lejos de un cabo suelto, de una vida sin significado, de una sonrisa sin luz, naciste para brillar cual diamante. El temor, la indecisión no son tu verdadero talante. El objeto de tu existencia grita en tu corazón palpitante. ¿Alguna vez has visto tu reflejo más allá del estereotipo demandante? ¿Alguna vez te has concebido un ser amado tanto como amante? Eres un ser indivisible por naturaleza pujante, bello en esencial pureza, entero en cada una de sus partes. La humanidad avanza con tus pasos, conquista la consciencia que supera la muerte. Ama, domina las batallas de tu mente. Sé un maestro feliz, veraz y presente.